Después de ocho largos días, por fin doy por terminado el ayuno, aunque no ha sido fácil, ha sido altamente enriquecedor. Al final lo he alargado un día más de lo esperado porque he llegado con bastante energía a la recta final. Como siempre que se hace un gran esfuerzo se obtiene una gran recompensa, y en este caso no ha sido menos. El resultado es: 4 kg menos, un hígado más depurado, un ph de sangre más alcalino y además he roto con malos hábitos alimentarios.
LO MEJOR
La sensación de sentirse deshinchado. He experimentado una percepción más consciente del cuerpo y de sus necesidades reales. He sido consciente de la cantidad de alimentos que nos contaminan y nos hacen enfermar pero que están absolutamente integrados y normalizados en nuestro día a día. En cualquier supermercado podemos encontrar cientos de estos productos que nos venden como inocuos siendo , en realidad, altamente perjudiciales. Muchos de ellos deberían estar prohibidos por el impacto en nuestro organismo.
He reactivado los mecanismos que hacen que mi cuerpo identifique la sed. Cuando tenemos sed y en vez de beber agua, que es para lo que estamos diseñados, bebemos otro tipo de bebidas como coca cola o zumos llenos de azúcar, con el paso del tiempo dejamos de identificar la señal que el cuerpo nos envía de que tenemos sed. Entonces padecemos deshidratación sin darnos cuenta y como consecuencia aparecen problemas como jaquecas, cansancio o irritabilidad.
He experimentado momentos de placer y de felicidad infinita producida por la actividad hormonal que conlleva el ayuno (endorfinas, serotonina…)
Se ha producido un cambio de hábitos, que es importante para romper malos hábitos arraigados.
El momento en el que vuelves a comer por primera vez una vez acabado el ayuno. Es increíble lo delicioso que puede saberte un puré por ejemplo.
LO PEOR
Como lo peor podría decir que, evidentemente, los dos primeros días han sido duros, sobre todo por el cambio brusco que supone en cuanto a los hábitos. Aunque he encontrado pocas cosas negativas.
En ocasiones me ha resultado complicado conciliar la vida social con el ayuno. A veces es difícil explicar qué estás haciendo y por qué, pero más allá de esto, cuando sales y estás con amigos tienes que adaptar un poco los planes en torno al ayuno, de ahí el cambio de hábitos del que hablaba antes. Dejas de hacer cosas que harías de manera habitual por el ayuno pero con el tiempo te das cuenta de que has adoptado unas nuevas rutinas y que son muy beneficiosas.
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En general ha sido una experiencia muy enriquecedora en muchos aspectos. Aconsejo a todo el mundo a que lo haga, siempre que hablemos de gente sana (las personas con problemas de salud deberían consultar a un especialista antes de ayunar) y siempre controlando y escuchando al cuerpo.
El ayuno consiste en privar al cuerpo para que la mente crezca. Y este crecimiento repercute positivamente en el cuerpo.